
¿Cómo gestionaremos nuestro proyecto?
Es una de las primeras preguntas que suelen hacerse aquellos emprendedores que inician la puesta en marcha de su startup. Y no necesariamente hablamos de las funciones o competencias que puedan asumir los miembros con respecto a su proyecto tecnológico, sino, de las obligaciones legales en materia fiscal, contable y laboral inherentes a cualquier empresa desde su creación.
Quizás sea la parte menos atractiva de cualquier negocio, aunque no deja de ser importante pues, contar con una gestión profesional de dichas áreas puede evitar males futuros.
Principalmente, la gestión administrativa se concreta en la gestión o control sobre los ingresos y gastos, además de cumplir con el calendario fiscal al que están sujetas las empresas. Contratación, obligaciones con la Seguridad Social… Todo este trabajo añadido puede resultar una tarea ardua, pues inevitablemente, hay dedicarle tiempo.
Ahorrar tiempo puede convertirse en ahorrar dinero
Y es que, si empleáis vuestro valioso tiempo a todos los trámites administrativos, no podréis dedicarlo a lo que verdaderamente importa, hacer crecer vuestro negocio.
Entre las ventajas del outsourcing (externalización de servicios), encontramos el bajo coste que supone delegar estas tareas y funciones en una empresa especializada, en comparación con la pérdida de dinero que supondría para la startup, tener al menos a uno de sus miembros dedicándose únicamente a estas labores.
Esta opción recoge los beneficios clásicos de la externalización; reducciones de costes y mejoras en su estructura, aumento de los flujos de tesorería y su disponibilidad, mayor rentabilidad económica y reparto de los riesgos.
En definitiva, se trata de una estrategia empresarial que consigue aumentar la competitividad de las startups, permitiendo, como comentábamos anteriormente, dedicarse a su verdadera actividad y no desaprovechar sus recursos.